Cómo un Abogado Familiar Logra Restablecer la Convivencia entre un Padre Divorciado y sus Hijos
- Mtro. Liber Sánchez Aycardo
- 9 feb
- 4 Min. de lectura
En la práctica de nuestros servicios profesionales, nos encontramos regularmente con clientes que nos preguntan si hemos resuelto temas parecidos al suyo y cómo se resolvió.
Si bien, para cuidar la privacidad de nuestros clientes tenemos el deber de no difundir información que pueda afectar sus intereses, su privacidad y evitar daños a su imagen y reputación, debemos tener el mayor cuidado al momento de contar nuestros casos de éxito y cómo los resolvimos. Por este motivo hemos procurado eliminar los datos personales de nuestro cliente para evitar su identificación.
Cliente, con quien por cierto, estamos infinitamente agradecido por haber confiado en nosotros para y darnos la oportunidad de ayudarle a solucionar su asunto legal mientras él se ocupaba de su propia vida, de su familia, se preparaba para mejorar su habilidades como progenitor y aprendía nuevas en beneficio de sus infantes hijos.

Uno de los casos más significativos que hemos manejado llegó a nuestras manos en medio de una situación extremadamente delicada. Desde el inicio del juicio, uno de los progenitores alegaba maltrato y abandono por parte del otro durante el régimen de visitas, lo que generó un escenario de conflicto e incertidumbre.
En este caso, un padre divorciado no podía convivir con sus hijos porque la madre, inmersa en el miedo y el resentimiento, había restringido todo contacto, incluso con los abuelos, tíos y primos. A primera vista, parecía una disputa más entre ex cónyuges, motivada por rencores del pasado. Sin embargo, al analizarlo a profundidad, comprendimos que la verdadera solución no estaba en alimentar la confrontación, sino en construir un puente hacia la conciliación, siempre en beneficio de los menores. Como abogados familiares, entendimos que nuestro papel iba más allá de lo legal, debíamos ofrecer estrategias que fomentaran el bienestar infantil y la sana convivencia.
Desde el inicio, establecimos una comunicación constante con nuestro cliente, informándole sobre cada avance en el proceso. Sin embargo, estas conversaciones iban más allá de lo meramente jurídico. Requirieron de escucha activa y empatía para interpretar lo que muchas veces no se decía explícitamente, pero que resultaba fundamental para la estrategia del caso. Como abogados familiares, nuestra experiencia nos ha demostrado que comprender la dinámica emocional de las familias es esencial para lograr soluciones sostenibles.
Conforme avanzamos en el proceso, fuimos descubriendo aspectos clave que no se habían revelado al inicio del juicio, pero que serían determinantes para que el juez contara con una visión más completa de la situación familiar. Nuestra estrategia se centró en explicar a nuestro cliente la importancia de priorizar el bienestar de sus hijos, incluso si eso significaba adoptar un enfoque diferente al que otros abogados habrían recomendado. En nuestra labor como abogados familiares, siempre destacamos la importancia de tomar decisiones basadas en el interés superior de los menores.
Fue entonces cuando, a través de periciales en psicología, identificamos puntos en común entre ambos progenitores que podrían servir como base para reconstruir la comunicación. Además, nuestro cliente tomó la decisión de asistir a terapia psicológica y a la escuela para padres, comprendiendo que, en caso de obtener la guarda y custodia, debía ofrecer un entorno óptimo para sus hijos y recuperar habilidades parentales que quizá habían quedado relegadas.
Colaboramos con profesionales especializados para fortalecer la relación entre nuestro cliente y sus hijos, ayudándolo a desarrollar herramientas emocionales y prácticas que no solo beneficiarían su vínculo, sino que también demostrarían ante el juez que la convivencia no solo era viable, sino indispensable para el bienestar emocional de los menores. Nuestro enfoque como abogados familiares permitió estructurar una defensa basada en hechos y pruebas concretas, favoreciendo un desenlace justo para los menores.
Gracias a este enfoque integral, nuestro cliente pudo evidenciar su compromiso con la crianza de sus hijos. La terapia y la educación parental no solo le proporcionaron herramientas para ejercer su rol de padre de manera adecuada, sino que también reforzaron los peritajes psicológicos que recomendaban restablecer la convivencia. En consecuencia, el juez autorizó un esquema de convivencia supervisada, acompañado de terapia familiar.
Este proceso permitió que ambos progenitores encontraran una mejor forma de llegar a acuerdos en beneficio de sus hijos. Nuestro cliente demostró con hechos que podía ser el padre que sus hijos necesitaban, no solo desde el punto de vista legal, sino también desde una perspectiva afectiva y emocional. En nuestra labor como abogados familiares, siempre buscamos que las resoluciones judiciales sean sostenibles en el tiempo y beneficien a todas las partes involucradas, especialmente a los menores.
El resultado fue transformador. En lugar de perpetuar una lucha desgastante, se logró establecer un régimen de convivencia que garantizaba un ambiente sano y estable para los niños. Nuestro cliente no solo recuperó su lugar en la vida de sus hijos, sino que también desmitificó la imagen de ser "el malo de la historia". La clave no fue forzar una reconciliación entre los padres, sino construir una relación parental saludable, donde ambos comprendieran que el bienestar de sus hijos debía estar siempre por encima de cualquier conflicto personal. Como abogados familiares, este caso reafirma nuestra convicción de que la mediación y la empatía pueden marcar la diferencia en la vida de muchas familias.
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